Por: @jiballesterost
Observar en retrospectiva. Los retrovisores, si, esos mismos de un panóptico mecanizado, quizá sean uno de esos elementos que le permite a los
humanos realizar una visual de las imágenes que están detrás. Un retrovisor
como una cosa que da paso a ese objetivo distante que se acerca. Desde esta
perspectiva, en términos de movilidad, acercarnos al otro actor de la vía para analizar algo de lo que pasa por su cráneo, es una especie de eso, de esa cosa que se adhiere
tanto a máquinas como a la mente.
Girar la cabeza un poco, temperar la velocidad X con
la que viajas y proyectarla con la velocidad Y a la que viaja el otro actor,
retroalimentar para acariciar la vida y suspirar por continuar en este planeta,
lleno de mundos impares, y porque no, pares. Relatividad.
Entre carros, entre motos, buses, busetas, camiones,
tractocamiones y muchos más, la vida superficial de un ciclista se recompone
segundo a segundo. Unos cuantos kilitos viajan a una velocidad calmada, frente a toneladas que se propulsan a
altas velocidades. Por ahí dicen que por mucho que la libre corrió la tortuga
llego primero. Así, la cuestión es saber llegar, pero para lograrlo se requiere
de prudencia y respeto por la vida. Soñamos con ese día, cuando un conductor de
un carro le diga a un ciclista o un peatón “me
excusa, bien pueda pase, la vía es de todos”. Quizá llegue.
Por lo pronto, Don Dario seguirá viajando entre carro y carro de Castilla a Sabaneta, mientras por los retrovisores seguiremos navegando y soñando por un mundo más humano y sostenible. Historias, pasado-presente-futuro.
Por lo pronto, Don Dario seguirá viajando entre carro y carro de Castilla a Sabaneta, mientras por los retrovisores seguiremos navegando y soñando por un mundo más humano y sostenible. Historias, pasado-presente-futuro.
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