viernes, 16 de noviembre de 2007

*'Dejé el carro para usar bus, taxi y TransMilenio' *

Un Reportero Ciudadano de EL TIEMPO ZONA cuenta su experiencia en el transporte público, luego de decidir no utilizar más su vehículo particular.
Noviembre 14 de 2007


Hace algún tiempo opté por dejar mi carro estacionado en la casa, pues estaba cansado de los trancones, del deterioro generalizado de las vías, del alto costo por el consumo innecesario de combustible y de la absurda pérdida de tiempo metido horas en un carro, y de la agresividad de conductores y peatones.

Basado en la rapidez de TransMilenio, que tiene vías exclusivas y buses directos con menor número de paradas por recorrido, este servicio se convirtió en el eje de mis desplazamientos por Bogotá, complementándolo con otros medios de transporte como taxi, buses y busetas.

Del conocimiento de este cambio del carro particular al servicio público he sacado algunos análisis. Sin embargo, les adelato que sí me ha representado economía, he optimizado el tiempo, he mejorado mi estado físico y me he acercado a la cultura e idiosincrasia popular.

Lamentablemente para buses, busetas y taxis el problema de la inmovilidad sigue siendo exactamente el mismo que para el carro particular.

Ahora sí, mi percepción de cada uno de los medios:

TransMilenio

Me encontré con buses limpios, conductores uniformados dedicados exclusivamente a la conducción, anuncios sobre las próximas paradas y destino final, y paraderos exclusivos.

Allí no tienen que atender la indisciplina de los pasajeros que quieren que el vehículo se detenga exactamente en la puerta de la casa o sitio de trabajo, menos contaminación por el menor número de vehículos utilizados y mayor número de pasajeros transportados.

Es más saludable porque adicionalmente toca utilizar el medio más antiguo de transporte: las piernas. Además de caminar, toca subir y bajar escaleras o utilizar rampas. Buen ejercicio, mejora la circulación, quema calorías, fortalece el corazón y menos estrés.

TransMilenio mejora la cultura ciudadana, es un medio más democrático que facilita el transporte de personas de la tercera edad, mujeres embarazadas y personas con niños, con sillas de dedicación exclusiva, además de espacios apropiados para minusválidos en sillas de rueda.

También mejora la seguridad por el control que hay en cada parada, eso, en algo ayuda.

Bueno, continuar con la enumeración de las indiscutibles y bastante difundidas ventajas sería interminable pero, ante todo, esta experiencia me reconcilia con la ciudad y con sus habitantes. Por algo este sistema lo están copiando en otras ciudades colombianas y latinoamericanas.

Taxis

Este medio de transporte complementa formidablemente un recorrido largo de TransMilenio, con un servicio aproximado al valor de la carrera mínima.

Desempeñan parte de las funciones que tienen los conductores de buses y busetas, con la restricción lógica del mercadeo y ventas directas, que se ejercen desde afuera, al igual que para los vehículos particulares, desde los semáforos y/o en los trancones.

Sin embargo, hay que anotar que o son amantes de la tecnología o tienen un control estricto del mercado. Hay conductores que poseen hasta dos radios (de comunicación interna) para determinar dónde tienen que recoger el próximo cliente.

Dios nos libre si por suerte, en el desarrollo de nuestro viaje, reciben el llamado de un pasajero cercano y, por desgracia, el pasajero no tiene exactamente el valor a pagar.

Buses y busetas

Pésimo estado de los vehículos, 'impecablemente sucios', paran en el sitio que seleccione -basta solamente que haga la señal y listo-, me dejan también en el sitio que requiero, e inclusive vi a pasajeros que estando el vehículo detenido en un semáforo esperan la luz verde para timbrar y que el bus los deje pasando la calle.

Y los conductores, en este caso muy condescendientes y muy indolentes con el tránsito y con la ciudad, lo hacen.

Son conductores combo porque atienden simultáneamente y con toda propiedad funciones de verdaderos expertos en: finanzas porque cobran, verifican pagos, hacen caja, dan cambio en pleno tránsito.

En estadísticas: miran con frecuencia la registradora y para que las estadísticas de movilización de pasajeros por unidad de transporte no se disparen, habilitan la puerta de salida como entrada. No se registra el pasajero y no se afecta el flujo de caja.

Operaciones: conducen de una manera magistral, a pura caja, freno y volante, controlando a la competencia. Se lanzan sin vacilación del carril izquierdo al derecho para recoger el pasajero y cuando el vehículo presenta fallas atienden con toda propiedad la mecánica.

Mercadeo y ventas: procurando la entrada de todo vendedor, bien sea de objetos o ideas, programas de regeneración y rehabilitación (alcoholismo y drogas) y una lista interminable de productos. En un viaje corto de 15 ó 20 minutos pueden contabilizarse hasta tres vendedores.

Finalmente, es aberrante sentir esta actitud inculta, indolente y desconsiderada tanto de pasajeros como conductores.

Crónica suministrada por la Red Latinoamericana de Transporte Sostenible-GTZ (SUTP-LAC).

*Mi primera vez en TransMilenio *

Una de las residentes de Santa Bárbara se subió a TransMilenio y contó su experiencia a EL TIEMPO ZONA. Este fue su balance sobre el viaje por la Troncal Norte.

Para aquellos que como yo no somos unos usuarios permanentes de TransMilenio les quiero contar mi experiencia. Me fui a conocer el portal de la 170 con Autopista Norte. Allí encontré un mapa donde se revisa qué bus se debe tomar para ir de un determinado sitio a otro, se informan las frecuencias y dónde paran. En este mapa se informa en qué sitio se encuentra uno, por lo que es fácil localizar el número del bus, (bueno digamos que fácil para el que ya está familiarizado, yo iba a tomar el que no era).

Primero me fui para el lado equivocado, pues asumí que si iba para el sur hasta los Héroes lo lógico (creo que me fallo la lógica) era hacerme en el lado de norte a sur. Pues no señores, debía pararme en el costado de sur a norte, aunque iba en sentido contrario.

Les cuento que había un montón de gente lista para entrar, yo estaba esperando ver una fila, pero cuál fila, allá sí se necesita un pedagogo como Mockus para que enseñe a que la gente no se aglutine y no entre como si fuera el fin del mundo. Con razón los dueños de lo ajeno tienen oportunidad de sacar los celulares y demás pertenencias.

Entré al bus y vi un puesto azul desocupado. Me senté. Alguien me dijo que estos son para adultos mayores, mujeres embarazadas o minusválidos, en ese momento volví a mirar a ver quién tenía más canas que yo o tenía alguna situación como la descrita y no la encontré, entonces me fui sentada.

El bus quedó realmente lleno. Mientras empezaba el recorrido pude ver y escuchar lo siguiente: que hay varios letreros y avisos que advierten que en la zona amarilla, junto a la puerta, está prohibido quedarse parado, pues puede ser peligroso, pero eso parece ser que no le importa a nadie.

Me bajé en los Héroes y verifiqué en el mapa cuál paraba en la Pepe Sierra. A que no adivinan: me monté en el que no era y llegué nuevamente al portal de la 170, ¡qué horror! Volví a revisar, con más atención, y en esta ocasión sí cogí el que era, todo por la misma tarifa de 1.400 pesitos.

En todo el trayecto vi lo ágil del sistema. Mientras corríamos velozmente a nuestro destino, los pobres autos particulares estaban en un trancón que ni les cuento, en ese momento pensé, lo bueno que sería si todos pudiéramos utilizar este sistema, pues lo que nos hace falta son alimentadores que suban y bajen por la avenidas como la 116, 127 o la 134. De esa forma estoy
totalmente segura que muchos de nosotros dejaríamos el carro en la casa, ahorrando mucha plata en gasolina, no contaminaríamos, reduciríamos trancones y ganaríamos tiempo de un lado al otro.

¿Cuándo será que tenemos este sistema por la avenida 9a. y la avenida 7a.?

Ustedes no han caído en cuenta que los estratos 5 y 6 somos los discriminados, pues aunque pagamos los impuestos más elevados para todas las obras, no contamos con los beneficios para disfrutar de estas.

Fíjense los Supercades: están en los extremos e ir en carro es una locura, porque ¿dónde se estaciona? Pero el TransMilenio nos queda lo suficientemente lejos como para no pensar en tomarlo.

MARTHA MEDINA
Reportera Ciudadana EL TIEMPO ZONA
Noviembre 14 de 2007
Crónica suministrada por la Red Latinoamericana de Transporte Sostenible-GTZ (SUTP-LAC).

jueves, 8 de noviembre de 2007

La compleja rayuela de Cortázar

Eduardo Giesen A.
La Tercera, 2 de abril de 2007

La movilidad urbana, particularmente en las grandes ciudades, es probablemente aquel ámbito de políticas públicas en el cual las medidas afectan a la población de manera más inmediata y universal, más aun si se trata de una reforma estructural como el Transantiago. Así como una buena implementación podría haber generado una mejora instantánea y universal en la calidad de vida de los santiaguinos, una mala puede transformarse en la tragedia inmediata y universal que estamos viviendo.

Por esto, el nuevo Ministro de Transportes debe actuar con la extrema habilidad que requiere resolver urgentemente la crisis del transporte público, aliviando el drama humano que reviste y, al mismo tiempo, establecer las condiciones para la sustentabilidad del Transantiago, con las características de calidad de servicio y equidad que lo inspiraron, y que seguimos esperando.

A diferencia de las opiniones que sitúan la crisis en ámbitos específicos o culpan de manera exclusiva a ciertos actores, la tragedia del Transantiago ocurre y debe abordarse simultáneamente en varios niveles con diversa importancia estratégica.

Primero, el nivel de las funciones y roles que debían cumplir los actores públicos y privados en el nuevo sistema de transporte público. Aquí está el incumplimiento de los contratos por parte de los operadores de transporte público, en cuanto al número de buses, itinerarios, habilitación de terminales; los retrasos y errores del Administrador Financiero en la puesta en marcha y operación del sistema de pago y el equipamiento a bordo de los buses para el control de flota; y el déficit gubernamental expresado en una débil fiscalización e inoportuna información a los usuarios.

Luego, están las deficiencias en el diseño del Transantiago. Aquí se advierte el errado enfoque que ya hemos mencionado, que subordinó los beneficios sociales a una rentabilidad privada que, en los hechos, tampoco se ha visto. La condición de autofinanciamiento y ausencia de subsidios estatales para la operación del sistema determina, por diseño (aun cumpliendo los contratos), que las flotas de buses y de trenes de metro opere a máxima capacidad en horario punta, con la consiguiente exclusión de la población más sensible (discapacitados, ancianos, niños, mujeres embarazadas, etc.) y un conjunto de impactos sobre la salud y la calidad de vida de los usuarios que sí logran acceder al sistema.

El escaso emprendimiento del Estado en infraestructura especializada impide asegurar las condiciones de eficiencia exigidas a los operadores. Y, en términos metodológicos, la nula participación en la planificación e implementación del Transantiago, aumenta la brecha entre las decisiones públicas y los intereses y visiones de la ciudadanía.

Finalmente, en el nivel sistémico, la intermodalidad del transporte se ha visto afectada por el nefasto incentivo al automóvil particular a través de las autopistas urbanas; y la expansión urbana, facilitada por decisiones en materia de usos de suelo, incide negativamente en la sustentabilidad de las políticas y planes de transporte.

Este breve resumen muestra la complejidad de la tarea que enfrenta el ministro Cortázar, que debe combinar medidas técnicas y de gestión con cambios estratégicos y estructurales en políticas de transporte y desarrollo urbano.
Este documento se facilita gracias a la membresía a la Red Virtual del Proyecto de Transporte Sostenible para Latinoamérica de GTZ (Por sus siglas en ingles SUTP-LAC). También puede consultar www.sutp.org

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