Al inicio navegamos en una disputa por ser el primero que colonice el óvulo que engendrará con el tiempo un espécimen “racional”. Luego la mama y los primeros pasos, todo en un ambiente de navegación para reconocer todo alrededor. Las onomatopeyas y lo desconocido nos llevan a navegar en la cultura de la comunicación oral y escrita. Aparece un conocimiento de intercambio, navegar en lo desconocido para descubrir en medio del asombro la belleza de la vida. A dulce que es navegar.
Las cosas aparecen y se desvanecen como lo sólido en el aire. Los recuerdos nos llevan a soñar que navegando encontramos un espíritu de libertad, de calma. Poco a poco vamos aprendiendo, caminos, decisiones.
Así, como el aire, navegamos en bici a velocidades que van más allá de la luz. Basta con observar nuestro entorno para descubrir que la vida nos permite conocer todo a su debido tiempo, sobrepasando barreras con una cadencia cálida y amable.
Navegando en bici humanizamos la vida.
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En bici podemos descansar y festejar de una manera frugal. Foto: Natalia Ramírez |
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