jueves, 26 de marzo de 2009

Movilidad en la Ciudad: Más que solo vías.

Por: Adriana Giraldo Vélez.

En esta época de elecciones empiezan a surgir propuestas, unas creativas, las otras tradicionales, de cómo administrar y legislar nuestra ciudad de Pereira con el objeto final de mejorar la calidad de vida de cada ciudadano. Por primera vez en mi vida he decidido salir de la apatía política que tanto nos agobia y participar como ciudadana, no en las campanas políticas como tal, sino en las propuestas para estas y, específicamente, en el tema de la movilidad del que tanto se oye hablar en estos días y que ha sido para mi motivo de estudio en los últimos años.

Para entender la palabra movilidad que se define como “la propensión de los seres a desplazarse”(Pardo 2005) quisiera citar algunos ejemplos que nos pueden ampliar la visión tradicional de esta, que se ha centrado de manera sesgada en el transporte motorizado (extiéndase carros, motos, camiones).

Haciendo uso del conocido dicho popular “póngase en los zapatos de otro” para entender su realidad, invito a los lectores y lectoras a imaginarse en las siguientes situaciones cotidianas de nuestra ciudad. Usted trabaja como obrer@ de construcción o como celador y gana un salario mínimo y sostiene a toda su familia. Su residencia es en Dosquebradas o en Cuba y su lugar de trabajo es en Pinares o los Álamos. Usted decide que su vieja bicicleta es la solución perfecta para solucionar sus problemas de movilidad, entonces le infla las llantas, la limpia, la engrasa, toma su casco y sale feliz para su trabajo pensando en la cantidad de dinero que se ahorrará al mes pues no tendrá que pagar el pasaje de bus de ida y regreso; además del tiempo que se ahorrará en los trancones de las horas pico. Sin embargo, su familia queda preocupada porque sabe que le espera mucho peligro primero por falta de vías diferenciadas para bicicletas, segundo por la imprudencia de otros conductores, quienes no desean compartir la vía con usted, aun cuando usted tiene el mismo derecho de ellos a usarla. Y por ultimo, el temor a su propia imprudencia en la calle, pues nunca ha recibido instrucción de cómo maniobrar al compartir la vía con otros vehículos, ni de las normas de tránsito que debe cumplir.

Un día cualquiera, tiene que hacer una vuelta en la Avenida Circunvalar después de salir de su trabajo. Sale en su bicicleta, pero al llegar encuentra un problema ¿Dónde parqueara su bicicleta? Después de mucho rogarle al señor de un parqueadero, este accede a que la deje “amarrada de esa guadua o de ese árbol de guayaba, pues no hay mas donde”. Camina y entra al banco. Allí le dicen que le saque una fotocopia a su cedula en la fotocopiadora del frente. Usted piensa en lo afortunado que es de que sea tan cerca, pero no sabe lo que le espera: cruzar la Avenida Circunvalar. Ahí si se da usted cuenta lo transitada y peligrosa que es para los peatones. Decide caminar hasta la cebra (paso peatonal) de la esquina pensando que allí será mas fácil. Entonces, se encuentra con una señora mayor que le dice “llevo cinco minutos tratando de cruzar, pero tengo miedo porque no veo bien”. Luego se acerca una mujer en embarazo y para completar el grupo un discapacitado con un yeso en un pie.

Inmediatamente usted se siente con la obligación moral del buen ciudadano de ayudar a este grupo tan particular a “cruzar la Avenida Circunvalar a la altura de la calle 12” ¡que Odisea! Los cuatro empiezan a bajar del anden a la calle, a subir de nuevo al anden porque viene una buseta rápido, a bajarse de nuevo y empezar a meterse poco a poco a la vía hasta que finalmente un alma caritativa hace un cambio de luces y les permite cruzar hasta las dos líneas de la mitad, donde esperan asustados a que se detengan los carros que viene en el otro sentido y ustedes se escurren entre estos. Cuando todos están del otro lado de la calle usted se siente un héroe y se da cuenta de la necesidad de pasos y cruces peatonales seguros y de educar a los conductores sobre la cortesía y el respeto con los peatones y los discapacitados.

Estos ejemplos son muy comunes en nuestra ciudad y estoy segura que muchos ciudadanos, incluyéndome, lo han vivido al menos una vez. Lo que realmente quiero que el lector vea con estos ejemplos es que la movilidad de nuestra ciudad no se puede reducir solo a la capacidad de las vías para carros y motos, o los parqueaderos en las calles, o los semáforos o a construir la doble calzada, entre muchas otras propuestas que se escuchan. La movilidad es algo mas complejo que debe también incluir a los peatones, pues todos en algún momento del día lo somos; a los ciclistas que tienen derecho a usar las vías ya sea que su viaje sea recreativo o de transporte; y al desarrollo urbano de la ciudad. Este ultimo, se refiere a la forma de la ciudad. O sea que no podemos desarrollar una Pereira o una ciudad dispersa basada en el automóvil. Hay que desarrollar una Pereira basada en nuestro nuevo sistema integrado de transporte en donde los ciudadanos encuentren la posibilidad de movilizarse a pie o en bicicleta con seguridad hasta las estaciones para desplazarse a otro sector de la ciudad. Pero que a la vez cada sector residencial tenga conexiones cercanas que no requieran medios motorizados para acceder a un nodo de servicios para la comunidad que contenga: bancos, supermercados, guarderías, colegios, puesto de salud, casa comunal, etc. Además, debe haber parqueaderos para bicicletas y rutas especiales dedicada a estas. Los grandes empleadores de la ciudad pueden, además, variar los horarios, de manera que no haya saturación en el transporte en horas pico. También, se puede aplicar estrategias de trabajo desde la casa, para contratistas o consultores, evitando el transporte innecesario a un lugar de trabajo.

El tema de movilidad es muy complejo e importante para nuestra ciudad. Es importante tener en cuenta que la mayoría de la población depende del transporte masivo y del no motorizado (caminar y bicicleta) para movilizarse. Entonces, a la hora de planear, aunque las soluciones viales son importantes y necesarias para la economía de nuestra ciudad, hay que empezar a buscar otras alternativas al transporte invirtiendo parte del presupuesto al desarrollo del transporte no motorizado, público masivo y a la sensibilización y cambio de comportamiento de los ciudadanos frente a estos.

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