martes, 29 de julio de 2008

La Bicicleta, espíritu de libertad

Por: Jorge Iván Ballesteros Toro

Es bien conocido por parte de la especie Homo sapiens que la bicicleta, aquella máquina que solo necesita del impulso natural, esta siendo observada como un instrumento para el desplazamiento de gran parte de la población en el planeta tierra. Desde su invento, mucho se ha escrito y otras cosas recurrentes mediaron para hacer de ella el grano de arena para elevarnos por los aires y desplazarnos a grandes velocidades por las vías. Sin embargo, todo ha cambiado desde entonces. Los Homo han colonizado cuanto lugar pueda existir en la tierra, además han explotado su subsuelo, ¿Por cuánto tiempo más?, quizá por muchos más años. No obstante, alguien que se opone a desaparecer y que emerge desde lo más profundo de las fantasías de Leonardo Da Vinci, Julio Verne y otros, grita y clama a cantaros que su línea debe ser transcrita por todos y cada uno de los que ven a través de los anteojos que sus radios se deben sintonizar al son de la cadencia y la marcha del sistema y el espacio.

Aquel juego de equilibrio que pareciere escribir novelas y sueños en la niñez, se trasnocha como la luna a la espera del sol en tiempo de eclipse. Hoy, a la espera de su marcha, ella navega por las calles provistas de miedo y temor por los ojos de transeúntes. Con fulgor, tiniebla y zozobra, cabalgan en el denominado Caballito de Acero sus jinetes. Sus horse power naturales son el llamado a la sensibilidad y la tranquilidad del humano. A ese espíritu GAIA que virtuoso se representa entre la frugalidad y el respeto por la Pacha Mama. Un poco de sustancias y la química llama a los enamorados, a los elocuentes que brincan y cantan en medio de las ruedas.

Demos un espacio a la máquina que nos permite despegar en las dudas y trazar sueños, donde navegar solo requiere del impulso natural para permitir al cuerpo, el espacio y el alma, el paso del aire a través de los sentidos, demos ese paso, demos paso a la bici.

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